Las primeras exhibiciones cinematográficas en la provincia de Alicante coinciden con el cambio de siglo, y también como en otros lugares, pronto pasaron de curiosidad científica que reunía a pequeños grupos de burgueses en cómodos salones, a convertirse en atracción popular de primer orden que no faltaba en ningún pueblo o ciudad.
El cine ..con gotas, esto es con variedades, con frecuencia tenía lugar en los mismos sitios dónde se daban otra serie de manifestaciones de ocio popular, como representaciones artísticas, conferencias, mítines,etc..; y desde el principio estuvo ligado a la historia del movimiento obrero local, ya que las primeras barracas de cine llegadas a Alicante allá por 1897, se ubicaron en la avenida de Zorrilla, muy cerca del local que había albergado al primer Centro de Sociedades Obreras.
Era éste, un espacio urbano en plena construcción en los años del final del ochocientos, justo en los límites de la ciudad burguesa, donde se alternaban las actividades productivas y de ocio, salpicada de obras públicas y focos de insalubridad, pudiéndose establecer ciertas similitudes con la secuencia de la primera proyección cinematográfica de la historia, aquella que reproducía la salida de los obreros de una fábrica francesa en 1895.
Otro ejemplo lo hallamos en los usos sociales del edificio de la antigua cárcel de la plaza Isabel II de Alicante, actualmente edificio Correos y Telégrafos en la plaza de Gabriel Miró, que vemos en la imagen que encabeza este escrito, inmueble que funcionó durante décadas pese a las críticas por sus pésimas condiciones de insalubridad o peticiones de desahucio, siendo desalojado por aclamación popular en 1900.
Poco después de su cierre, y tras un breve periodo en que se dedicó al teatro de variedades, pronto cambiaría al cine forzado por el tirón popular y la rentabilidad y siendo inaugurado a partir de 1906 como Cine Sport, que se convertiría en el espacio cinematográfico por excelencia de la ciudad hasta 1916, y alrededor del cual se fueron instalando de forma sucesiva Circos, varios kioscos de prensa, una imprenta, academias, barberías y puntos de venta de licores o refrescos, todo enmarcado en un entorno fabril y de servicios sometido entonces a un proceso de fuerte expansión urbana en los primeros años del siglo XX.
En un contexto lúdico, pero también social, podemos citar el lugar elegido para la primera sede de la Federación Local de Sociedades Obreras de Villena, constituida formalmente en 1904, que no fue otra que el popular local que tenía el nombre de Cervecería Española -calle del Raso / Teatro Chapí-, que cuando la asamblea era más concurrida y se veían desbordados los salones con que contaba en cada planta, se desplazaban al solar del antiguo Trinquete en la calle Sancho Medina, dónde también lo hacían otros espectáculos u actos sociales.
“..También a este sitio acuden, y colócanse a la entrada (baños de mar), cinematógrafos, vistas, carruseles, rifas varias y no pocos charlatanes pregonando panaceas de prodigiosa eficacia..”.
Si como hemos visto hasta aquí, a nivel social e incluso urbanístico el primer cine tuvo una identificación indiscutible con los espacios de sociabilidad obrera y popular, no ocurre lo mismo respecto a la aceptación y uso en los medios sindicales, siendo una opinión bastante extendida aun hoy día el que ..,..el cine, salvo en pequeños núcleos, no llegó a captar la atención de los sindicatos.
“..El cine no pasaba de espectáculo de feria, mientras que el teatro era muy popular..”
No obstante, parece claro que algunos obreros de la cultura pronto se dieron cuenta de la trascendencia y versatilidad de este nuevo ingenio y sus posibilidades como instrumento pedagógico de carácter informal o como herramienta de propaganda y denuncia, siendo difundidos por su valor científico y social desde la prensa libertaria desde el principio.
“..¡Que esperanza había hecho concebir el cine!. Era un maravilloso instrumento de educación: con él la historia y las ciencias naturales iban a ser enseñadas desde la infancia, no solamente sin cansancio cerebral, sino también encantando a los jóvenes espíritus rebeldes en las abstracciones y atrayéndoles con las imágenes. Era el saber hecho accesible y atractivo…”
Como amantes del progreso que eran, los obreros intelectuales no tardaron en utilizar el lenguaje del cine para reforzar el alcance de su mensaje, conectado a la realidad más palpable, como cuando en las giras de propaganda se decía que se iba a impresionar un mitin; pero sobre todo como alegoría crítica de los males de la sociedad, utilizadas para fijar la atención y marcar los términos de la denuncia.
“..El cinematógrafo viviente y continuo que a la vista ofrece espantosos cuadros de asesinatos lentos por el hambre y de mutilaciones en masa en las ciudades y en los campos de batalla, cometidos siempre para salvar los intereses del capitalismo..”
Si bien podemos admitir que el cine no estuvo entre las prioridades de propaganda sindical, aun dominada por la oralidad, algunos de los más destacados militantes no le quitaron ojo, dado el interés por la experimentación escénica y societaria que manifestaron desde el principio jóvenes activistas como Miguel Martínez Bosch, interesado en el teatro social, el cineasta pionero Armand Guerra, al fino escenógrafo Fernando Vela de quien hablaremos en el siguiente apartado, o al Ángel Pestaña más joven y farandulero.
“Fui ayudante de tramoyista en el Teatro Arriaga y conservo el recuerdo de las veladas del Primero de Mayo que los socialistas organizaban en el Circo del Ensanche y en las que frecuentemente intervenía el orfeón. Yo ayudaba a montar la escena..”
Aunque se pueda citar cierta posición inicial favorable en el campo libertario, sorprende la falta de referencias concretas a la localización de puentes entre la pedagogía racionalista y el primer cine, y tan solo contamos opiniones sueltas, como la de Constancio Romeo, que dejó escrito un compendio sobre pedagogía libertaria, posiblemente redactado durante el periodo que estuvo al frente del colegio laico-racionalista Fröebel, en el recordaba..
“..Lo nociva que es la educación del arroyo, del cine y otros lugares que el niño frecuenta..”
Lo más parecido a su consideración curricular, se puede encontrar en la declaración de intenciones de la Liga Española para la Instrucción Popular, creada en 1907 en los entornos laicistas más heterodoxos, que para llevar a cabo su labor ilustrativa, proponían la utilización de todos los medios técnicos disponibles, entre ellos las proyecciones cinematográficas
Entre las cabezas visibles de esta iniciativa encontramos a Enrique Lluria, quién había apoyado y colaborado estrechamente con la casa editorial Publicaciones de la Escuela Moderna, en cuyo Boletín, solo se ha encontrado un artículo alusivo en junio de 1909, La Cinematografía en la Enseñanza, que reprodujo meses despuésLa Escuela Libre de Valladolid.
“Para ello no tendríamos más que adoptar las mismas armas de que se valen los enemigos conscientes o inconscientes de la cultura verdadera, es decir dar por nuestra cuenta espectáculos y exhibiciones cinematográficas con repertorio escogido y destinadas a divertir sanamente al pueblo. Para el efecto podría constituirse una cooperativa libre entre aquellos que estuviesen en condiciones pecuniarias tales que les permitiesen encarar esta obra..”
No se quiere decir con esto, que estos indicios educativos, socializadores y emancipadores del primer cine fueran mayoritarios, ni siquiera gozan de significación cuantitativa, pero sirven para cuestionar el alejamiento o desprecio de los dirigentes y las organizaciones obreras por el discurso del primer cine y nos obligan a seguir indagando en ello.
“..La mayoría del pueblo aceptó los puntos de vista que convenía a los dominadores, como avala hoy los episodios de la vida de los ricos cuando los ve representada en la pantalla de cine. Una minoría inició la crítica, la sátira y la canción con argumentos de subversión social..”
Sin duda este estado de opinión contrario al cine entre la intelectualidad obrera se recrudeció a partir de 1913, cuando el predominio de un cine comercial, nacionalista y militarista, acababa por hacer prevalecer la idea sobre el carácter embrutecedor del cine; como expresaba por entonces el intelectual libertario e incipiente antiflamenquista, el alicantino José Dorado, quién lamentaba el afianzamiento de esta tendencia reaccionaria y reclama la necesidad de dotarlo de carácter educativo y emancipador.
“Es natural esta labor del cine, como del teatro, embrutece las costumbres, nos atrofia el cerebro para [no] percibir las bellas emociones del arte verdadero inculcándonos en la mente todo el veneno social. La burguesía sabe lo que se hace”
Este texto tiene ciertas analogías con un interesante estudio del alicantino Rafael Carratalá publicado en 1907, referente también como uno de los autores de los primeros análisis culturales del Teatro desde el movimiento obrero, donde sopesa la función transformadora del teatro bajo el prisma del realismo y la concienciación social a través de las artes escénicas, según él, reflejo.
“..En carne viva, de la cruda y grotesca cotidianidad”
Y es que el cine, como fenómeno cultural emergente, reflejaba como pocos objetos las luces y sombras del tiempo y el lugar que le vio nacer, y por supuesto, no fue ajeno al conflicto por antonomasia, el conflicto de clases.
“La mayor objeción contra el cine está en su progenie. Es hijo del capitalismo y de la máquina; por tanto -concluyen los estéticos-, es un prosaico producto industrial; sin embargo, el cine es el primer rayo de luna que el hombre ha visto poblado de fantasmas. De igual manera que para los bolchevistas rusos el hijo del patrono sigue siendo, aun desaparecido el capitalismo, tan patrono como su padre, por la misma razón que el hijo de negros es también negro, el cine arrastra consigo ese estigma original e indeleble”
Estas alusiones a lo lunático e irracional del cine, conecta con la construcción social del terror anarquista que se proyectaba intencionadamente, habitualmente en la prensa, pero también en algunas películas extranjeras de la época, en que se clasifica a los anarquistas como héroes románticos o como confabuladores de complots, donde existía …un mayor número de lunáticos y de suicidas indirectos… que entre los delincuentes comunes.
“..Concentrándonos al tipo libertario, actualmente el solo conocido como anarquista, sólo hay que fijarse salvo excepciones intelectuales, en sus ademanes, en la fulguración de sus pupilas en ciertos y determinados momentos; en algunos también por rasgos fisionómicos, como contracciones de las comisuras, cráneo prominente, etc, etc. […] Tanto es su afán por dar rienda suelta a la sin hueso, que no reparan en introducirse en cualquier reunión a pedir la palabra y hasta Pedir la luna…”
Mientras unos y otros discutían las bondades del invento, las autoridades no perdieron el tiempo y pusieron la venda antes de la herida.
Dado que el control institucional ejercido sobre los cinematógrafos había resultado infructuoso en la práctica, sobre todo por su alto dinamismo funcional y geográfico, comenzaría la regulación estatal específica de esta actividad, fomentándose desde la prensa más conservadora, y en nombre de las fuerzas vivas, cierto estado de opinión en torno a su falta de seguridad, coincidiendo con extraños episodios de tono sensacionalista sobre sucesivos incendios a altas horas de la madrugada, altercados y avalanchas de pánico de dudosa espontaneidad, etc..
“..A tal efecto, nos parece que bastaría con que los gobernadores obligasen a las empresas de cines y conciertos a pasar diariamente nota justificada con documentos de identidad acreditando la nacionalidad de los artistas y su verdadero nombre, no permitiéndose usar nombres cambiados a nadie..”
Como veremos en el próximo apartado, la trayectoria y popularidad alcanzada por alguna de estas barracas de cine y variedades que recorrían el levante peninsular en aquellos primeros años del siglo XX, dará para seguir estableciendo conexiones con el movimiento obrero y con aquella historia más local y humana del cine, ahondado en su función social y societaria, no exenta de un tamiz cultural, pedagógico y emancipador.
“¡Entren; verán en telones y en películas muy finas…, la moral de la acciones… (de las acciones de las minas)! ¡Pasen; la entrada es barata, y aquí verá el pueblo sano, La moral de la hojalata y la del Banco Africano! ¡Entren; que el cine acabado y cuando el público ladra, se bailarán en el tablado el garrotín de la escuadra! ¡Entren; entren las señoras, que el caso es raro en verdad! ¡Pasen; a ver a estas horas las fieras conservadoras pidiendo moralidad!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario