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INFORMACION © | REDACTADO POR: Antonio Castañer y Sonia Lopez
on los años, de la cantera musical creada por las cigarreras alicantinas fueron apareciendo las primeras agrupaciones corales de la ciudad: Orfeón Alicante (1901), Escolanía de Nuestra Señora del Remedio (1950), Coral Polifónica Santa Cecilia (1950), Orfeón Stella-Maris (1958), Agrupación Vocal de Música de Cámara (1959), Orfeón Mare-Nostrum (1982), Orfeón Cantábile (1987), Coral Virgen de las Maravillas, entre otras..., mientras que la mecanización de la Fábrica de Tabacos y el insoportable ruido de las máquinas no consiguió aplacar el afán propio de las cigarreras, que fundaron la Coral Tabaquera Alicantina, hoy por hoy, quizá, uno de los orfeones más importantes de España y el principal de nuestra ciudad de Alicante.
Han pasado ya más de 150 años desde aquel 20 de mayo de 1844, vamos a iniciar un nuevo milenio... pero todos los viernes, como un enjambre de abejas, las cigarreras alicantinas, vestidas con la indumentaria de la Fábrica de Tabacos y desafiando el cansancio del trabajo, se reúnen en el botiquín del recinto para revivir una tradición amasada con levadura de siglos. Una voz resuena en las rancias paredes del abolengo barrio de San Antón: «¡Santa Faz, Misericordia!»; es el sentir religioso de un pueblo, es el recuerdo de la historia, es la voz perenne e innata del corazón de los alicantinos, que grita reivindicando una tradición musical que es hoy patrimonio de la humanidad.
Han pasado ya más de 150 años desde aquel 20 de mayo de 1844, vamos a iniciar un nuevo milenio... pero todos los viernes, como un enjambre de abejas, las cigarreras alicantinas, vestidas con la indumentaria de la Fábrica de Tabacos y desafiando el cansancio del trabajo, se reúnen en el botiquín del recinto para revivir una tradición amasada con levadura de siglos. Una voz resuena en las rancias paredes del abolengo barrio de San Antón: «¡Santa Faz, Misericordia!»; es el sentir religioso de un pueblo, es el recuerdo de la historia, es la voz perenne e innata del corazón de los alicantinos, que grita reivindicando una tradición musical que es hoy patrimonio de la humanidad.
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Durante buena parte del siglo XIX, nuestra Fábrica de Tabacos (aquella Tabaquera Alicantina establecida por el gobierno monárquico de Carlos IV en 1801) fue la industria más importante de la ciudad de Alicante, constituyendo su eje económico y social, y con ello, el motor de su posterior expansión. El 22 de abril de 1897, el periódico La Unión Democrática recogía en un artículo: «... quiten Vds. A Alicante, el puerto y la fábrica, y ni Benasau, tendría nada que envidiarnos». De familias humildes del entonces llamado arrabal de San Antón, la Huerta de Alicante e incluso los pueblos limítrofes, nacieron las «Cigarreras Alicantinas», un colectivo de mujeres trabajadoras de la fábrica, de entre 14 y 40 años, que en 1884 alcanzaron la espectacular cifra de 6.200, impulsando incluso con su establecimiento la formación del barrio del Plá del Bon Repós.Maestras, amas, operarias, aprendizas… —cada una en su categoría—, desarrollaban el trabajo manual de elaboración del tabaco, recibiendo a cambio un salario como «premio» según el producto terminado. En los locales del viejo edificio de la fábrica (construido en 1751 para albergar la Casa de Misericordia o Palacio del Obispado), se cubrían a veces más de 12 horas de trabajo manual continuado, tarea muchas veces soportada con ayuda de conversaciones, bromas, risas y como no, cantos; dulces melodías que acompasaban las horas y cubrían de acordes las paredes del viejo edificio: a... Imaginad la alegre locuacidad de este enjambre, la destreza de sus ligeros dedos que trabajaban con la regularidad y prontitud de una máquina... todas ellas sentadas a lo largo de extensas cuadras con ventanas donde el aire está cargado de polvo de tabaco... Si pasáis cerca de ellas sois objeto de los dichos más agudos, se os ofrece de cincuenta cestos de pescado salado, pan y fruta, y las risas estallan cuando os atrevéis a preguntarles si nos es perjudicial a su salud aquella atmósfera...» (Diario El Constitucional, 3/12/1875).
Un particular hecho marcó por aquel entonces la historia del centro fabril y sus cigarreras. El 20 de mayo de 1844, Alicante temblaba de terror cuando, en pleno trabajo, fue declarado un pavoroso y fatal incendio en la fábrica de tabacos: «... al difundirse en la ciudad semejante noticia, cundió la alarma, pues encerrando aquel establecimiento más de tres mil operarias, rara es la familia de menestrales que no cuenta en él alguna de sus hijas. El fuego se propagó con una velocidad asombrosa... un horrible clamoreo llenaba aquel recinto; unas buscaban a sus hijas, otras a sus madres, otras a sus hermanas; los empleados del establecimiento corrían despavoridos procurando en vano restablecer el orden.... la fábrica ardía a la vez por todas sus extremidades, el incendio era general y por más que hicieron prodigios de valor y de inteligencia, por más que se echó mano de las bombas, de los disparos de cañón y de cuantos medios sugirió la situación del momento, no fue imposible salvar ni una sola de sus paredes...» De las más de tres mil personas que albergaba el recinto destruido, únicamente perecieron dos trabajadores que se ocupaban de salvar barricas de tabaco en los almacenes, atribuyéndose tal hecho a la milagrosa intercesión de la Santa Faz. Desde entonces, se instauró en dicha fecha del 20 de mayo una misa en el Monasterio de la Santa Verónica, donde las Cigarreras clamaban en cantos y melodías -previamente compuestas por ellas mismas y ensayadas durante las jornadas de trabajo-, su agradecimiento y profundo sentimiento religioso y devoción a la reliquia de Jesucristo: «Santa Faz, misericordia...». Posteriormente, a dicha fecha se le dio el carácter de Fiesta de la Fábrica, y el denominado “Sermón de las Cigarreras” en la Santa Faz, fue trasladado al domingo siguiente, cuando tomaban la comunión los propios hijos de las emplea- das. (N.C. Jover, 1863, Reseña Histórica de la Ciudad de Alicante).
DESARROLLO INDUSTRIALCon la llegada de la maquinaria industrial en el siglo XX, aquellas famosas voces de las cigarreras entonando sus propios cantos, fueron sustituidas poco a poco por el infernal ruido de las máquinas. No obstante, el clamor popular y el sentir con que estaban fraguadas aquellas melodías, impulsó el que fueran trasladadas en el tiempo por las operarias como sus propios empleos, de madres a hijas... y entonadas cada 20 de mayo y domingo siguiente por un "Coro de Cigarreras' bajo el estímulo siempre de algún entusiasta de la música, como fue en los últimos años D. Daniel Peláez (empleado del centro y organista de la parroquia Nuestra Señora de la Misericordia de la ciudad). El fruto de esta pasión por la música, trasladada de generación en generación durante más de 100 años por las cigarreras, nació en septiembre de 1982, con 52 miembros del centro y bajo dirección de D. Carlos Miguel Catalá Picó; era la CORAL TABAQUERA ALICANTINA, adscrita como actividad cultural del grupo de empresa.
Conocida la singular tradición y los hechos de fundación en Madrid (conscientes de la ejemplar manifestación cultural que entrañaba la creación del coro), la Dirección General de Tabacalera S.A. requirió de inmediato sus servicios, y en varias campañas surgieron actuaciones en numerosos lugares del territorio nacional: Tarragona, Valencia, Madrid, La Coruña, etc... Inmediatamente, la incomparable voluntad de las cigarreras alicantinas, amasada con ilusión y cariño, se veía plasmada en acordes que transgredían las fronteras de nuestra provincia de Alicante. No obstante, y por encima de todo, la Coral se sentía ALICANTINA con letras mayúsculas, y estos hechos eran puestos de manifiesto en cientos de actuaciones y conciertos que abrazaban casi todos los organismos públicos, la mayoría de los pueblos del contorno y las instituciones religiosas de la provincia. Indistintamente, participaba cada año en los llamados 'Concerts de la Tardor', promovidos por la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana y que cubrían toda la comunidad autónoma.
Con el paso de los años, rozando la década de los 90, el nivel musical de la Coral, bajo el estímulo de las trabajadoras de la fábrica que compaginaban sus labores con numerosos ensayos, alcanzaba ya cotas inimaginables, y con ello surgían paulatinamente actuaciones de élite e internacionales, entre las cuales son dignas de mención los conciertos de villancicos y espirituales negros promovidos en el cincuentenario de la ONCE con la intervención de Donna Hightower; las diferentes actuaciones realizadas durante los actos del V Centenario de la Santa Faz; el concierto conmemorativo del V Centenario de la Ciudad de Alicante, con interpretaciones conjuntas con Monserrat Caballé y Rocío Jurado; el Concierto Benéfico en pro de Manos Unidas celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Alicante; o la participación en el Adviento Coral de la ciudad de Viena (Austria). Sin olvidar sus raíces, las cigarreras se sentían portadoras del sentir musical de Alicante y, con ello, embajadoras de nuestro arte más allá de las fronteras provinciales; bajo ese espíritu emprendedor fue rescatado del recuerdo el antiguo canto "La Santa Faz de las Cigarreras" que fue editado en una producción disco gráfica (MC) de música sacra y coros de Zarzuela; se consiguieron diversos premios entre los cuales cabe destacar el segundo obtenido en el XVI Certamen de Habaneras de Totana (Murcia); se realizaron diversas actuaciones con la Banda Sinfónica Municipal de Alicante en el Teatro Principal; o se estrenaron memorables composiciones como el Himno de las Fiestas de Muchamiel o Tristes Guerras”, con letra del poeta oriolano Miguel Hernández.Han pasado los años y la Coral Tabaquera, la Coral de las Cigarreras Alicantinas, continua siendo el máximum representante del canto en la ciudad de Alicante, perpetuando así actos como el concierto ofrecido el pasado año en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid; la participación en el XVIII Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía de Torrevieja y XXI Certamen Nacional de Villancicos de Rojales -donde representaba a la ciudad de Alicante-; la presentación del programa musical «Navidad Alicantina» ofrecido como Concierto de Navidad 1997 del Ayuntamiento de Alicante; o la misma conmemoración del LX Aniversario de la ONCE celebrado este mismo mes de mayo en un macro encuentro nacional. Cuenta actualmente con alrededor de 60 miembros y su repertorio abarca más de 80 obras musicales, desde polifonía del siglo XVI, hasta coros de ópera y zarzuela, habaneras o espirituales.
Recordamos a Carmen, la cigarrera de Bizet, y en contraste con nuestras cigarreras alicantinas, planteamos la paradoja de que sea precisamente de la elaboración del tabaco de donde surja el origen del canto coral en la ciudad de Alicante. Rememoremos aquella voz, «Santa Faz, misericordia...», surgida del corazón de miles de cigarreras alicantinas y vivamos intensamente cada año durante el mes de mayo la intercesión de la Santa Faz en la fiesta de la fábrica y Sermón de las Cigarreras; brotará así de las entrañas de nuestra 'terreta' un grito de júbilo hacia ese Alicante que desde antiguo trabaja y se desvive por enriquecer su música y sus raíces, legados que atesora en los albores de su historia.
LA TABAQUERA EN LA HISTORIA DE ALICANTELa historia de la Tabaquera, la “Fabrica” por excelencia de la ciudad, está íntimamente ligada a la de Alicante, especialmente a su economía, tradición y cultura, por ser durante muchos años la principal fuente de sus ingresos, y también por los hechos milagrosos acaecidos en 1844, que propiciaron en el meridiano del siglo XIX el origen del canto coral en la ciudad de Alicante.
El viejo edificio fabril, ubicado en el antiguo Arrabal de San Antón, fue construido en 1751-52 como Asilo o Casa de la Misericordia, sirviendo a su vez de residencia o palacio Obispal cuando la mitra de la Diócesis de Orihuela-Alicante era regentada por monseñor Gómez de Terán. En el frontispicio de su portada, destacaban a los lados sendas estatuas, San Pedro y San Pablo, sobre el dintel el escudo de armas de dicho Prelado, y en una hornacina superior, la Virgen de la Misericordia, cobijando con su manto a hombres, mujeres y niños de Alicante.
Consecuencia de la Ley de Enajenación de las casas de misericordia, hospitales, hospicios, cofradías, obras pías y patronatos de legos, promulgada en 1798 por el ministro Floridablanca, dicho centro de beneficencia fue «cedido» al Estado, estableciéndose en él, bajo amparo del rey Carlos IV, la tercera de las Fábricas de Tabacos de España después de la de Sevilla y Cádiz, que fue inaugurada en 1801. A su cobijo nacieron las «cigarreras alicantinas», las primeras mujeres trabajadoras de Alicante, que, venidas de los barrios más tradicionales de la ciudad -San Antón, Raval Roig, etc. y pueblos circundantes como San Vicente, Villafranqueza, San Juan o Muchamiel, desarrollaban el trabajo manual de la confección del tabaco. El número de operarias se inicio con 500, para alcanzar sobre 1888 las 6.000; al igual, la producción mensual de tabaco llegó a sumar a finales del siglo XIX las 165.000 unidades. El establecimiento de las cigarreras junto al edificio de la Fábrica de Tabacos, propició la formación de barriadas de la ciudad como el Pla del Bon Repós.
El hecho más significativo y al tiempo quizá más doloroso de la historia del centro fabril alicantino, sucedió el 20 de mayo de 1844, cuando a las 8 de la mañana se declaró un pavoroso incendio contando el recinto con más de 3.000 operarias en su interior. Del archivo de la Universidad de Valencia, recuperamos microfilmado un ejemplar inédito del periódico La Lira, fechado el 20 de mayo de 1855 —año 1, n*7-, que nos describe en fechas recientes al suceso, los hechos ocurridos: «...Hoy hace once años que tuvo lugar aquel horroroso acontecimiento, aquella inesperada catástrofe que pudiera haber arrebatado la existencia a millares de personas y en la cual sólo tuvimos que lamentar la pérdida de dos hombres que se lanzaron intrépidos a arrancar del furor de las llamas a las desgraciadas mujeres que pedían, en medio de gritos desgarradores, el auxilio y la clemencia de su Dios, acudiendo con sus súplicas fervorosas a la imagen de nuestra veneración —la Santísima Faz- consuelo para su aflicciones, bálsamo para sus angustias. Los gritos, las lágrimas, el sonido de las campanas, la consternación de todo un pueblo se presenta a nuestra memoria de una manera horrorosa...».
En agradecimiento por la intercesión en el incendio del paño con que la Verónica enjugó el rostro de Jesucristo, se instauró en la fecha del 20 de mayo la celebración de una misa anual en el Monasterio de la Santa Faz: «Hoy se celebra en el convento de religiosas de la Santa Faz —pueblo distante hora y media de la capital-, un solemne Te-Deum en acción de gracias al Divino Rostro por haber salvado la vida de una infinidad de operarias que se hallaban trabajando en la Fábrica Nacional de Tabacos de esta ciudad, el día que fue presa de las llamas parte de este edificio [...]. En el día de hoy, pues, un numeroso gentío acude presuroso ante el ara santa del Señor y tributa sin cesar en sus oraciones, mil y mil gracias a la Divina Providencia que salvara sus vidas amenazadas por la muerte». La celebración de la misa de las cigarreras era precedida de una ofrenda floral a la Santa Faz y en su desarrollo un elocuente orador sagrado predicaba el, desde entonces llamado, «sermón de las cigarreras», recordándose los milagrosos hechos acaecidos.
El oficio religioso era acompañado musicalmente por la Orquesta de la Capilla de la Colegiata de San Nicolás: «El templo estaba lujosamente adornado y engalanado por los millares de ramos que cubrían las naves de la iglesia. La ceremonia comenzó a las 10 de la mañana, con la exposición de Reliquia de la Santísima Faz. Enseguida se entonó una solemne misa acompañada por la orquesta de la capilla, y concluida ésta, el célebre orador D. Mariano Ángelo Borja, subió al púlpito, e hizo la descripción de la horrorosa escena del incendio...» (La Lira, año 1, n*8, 24/5/1855).
Al transcurrir del tiempo y con intención de no perder una jornada laboral, la Misa del Aniversario del Incendio -20 de mayo pasó a oficiarse en el oratorio y dependencias de la Fábrica de Tabacos, conservándose la tradición del «sermón de las cigarreras» el domingo siguiente, festivo, en el Monasterio de la Santa Verónica. En cuanto a la celebración se refiere, después de 1869, en que fue disuelta, por supresión de consignación presupuestaria municipal, la Capilla de Música Religiosa de San Nicolás -que venía funcionando desde principios del siglo XVII-, la creciente fervorosidad y el sentir religioso de las cigarreras llevó a que, aprovechando las largas y penosas jornadas de trabajo en la fábrica y en aras de contribuir en la populosa y sentida celebración religiosa, aprendieran y se perfeccionaran en el arte del canto, en un principio monofónico, llegando a aunar miles de voces interpretando piezas, algunas incluso de composición propia como «La Santa Faz de las cigarreras».
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ORIGEN DEL ARTICULOhttps://www.informacion.es/
AUTOR DEL ARTICULOAnt. Castañer / Sonia Lopez
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