La colonia obrera Las Carolinas, surgida tras las últimas crisis sanitarias que afectaron a Alicante en los veranos de 1884 y 1885, tuvo un parto político y otro físico, es decir urbanístico, confundidos y solapados por la historiografía.
El alumbramiento simbólico de la barriada se produciría a partir de la epidemia de 1884, declarada de forma precipitada ante la aparición de algún caso sospechoso, localizado en una niña que había regresado de Argelia con su familia a bordo del vapor Buenaventura.
Yendo al origen urbano más inmediato y, por tanto, a lo que podemos considerar como el parto natural del barrio, debemos aludir a la indiscutible relación entre la fábrica de Tabacos y la primera urbanización de la barriada.
La Fábrica siempre fue una especie de puerta de las Carolinas, donde ya en aquellos lejanos tiempos se instalaba todas las tardes frente a su entrada un mercado improvisado que era muy frecuentado.
La relación entre La Fábrica y las Carolinas se pone de manifiesto desde los primeros años de la década de 1880, momento en que se produciría una importante ampliación de sus instalaciones que asimilaría una buena porción de terrenos agrícolas anexos, con el objetivo de aumentar el volumen del edificio.
Lógicamente, estas obras vinieron acompañadas de diversos planes de alineamiento y prolongación de las calles aledañas que tenían su principio en barrio de San Antón -Sevilla, Valencia, San Carlos-; buscando la conexión con el Plá y los pueblos de la huerta.
“..en beneficio no sólo del personal de la fábrica sino de los vecinos de los alrededores de la misma el concurso del Municipio que merecería sincero aplauso procediese a la urbanización de aquel punto, estableciendo alumbrado de gas y las aceras necesarias para que el acceso a la fábrica pudiera hacerse sin las molestias que en la actualidad tienen que sufrir las operarias..”
Tenemos motivos para pensar que su denominación popular no fue asumida de forma oficial hasta que se hicieron oír las reivindicaciones vecinales en demanda de mejoras de agua e iluminación, protestando de los problemas de abastecimiento de productos básicos o los conflictos con los guardas de consumos. Esto debió llamar la atención de un ocurrente periodista local, que le dio carta de naturaleza en un semanario local muy vendido con las siguientes palabras.
“..Por la carretera de Villafranqueza se encuentra las Carolinas, toma ese nombre de las célebres islas, que tanto gusto dieron allá por el año 84 [..] En estas creo que se han apoderado con más facilidad, no se si los ingleses, pero si muchos igorrotes que promueven cada escándalo que no es posible que evite el celoso alcalde pedáneo..”
Este párrafo cuyo autor es el emblemático periodista alicantino José Coloma Pellicer, pudo ser uno de los puntos de arranque de aquella leyenda urbana sobre el nombre fundacional del barrio, y que llega hasta nuestros días. Por un lado aludía a su primera forma urbana, que recordaba desde lejos al famoso archipiélago por el extenso panorama de casas, barracas y talleres, proliferando sin orden aparente; y por otro, registraba su partida de bautismo en el contexto de un conflicto colonial en toda regla con la Alemania de Bismarck por la posesión de dichas islas.. . . . . . . . .
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Firmado: ÁLVARO G. MARHUENDA
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