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TITULO DE LA PUBLICACIÓN: Con San Sebastián.
INFORMACION © | REDACTADO POR: Enrique Cutillas Bernal
ace un año y al escribir sobre la desaparecida ermita del Socorro aludíamos a una antigua devoción alicantina hacia San Sebastián, un santo del que ya tenemos constancia en 1539, cuya representación se veneraba en la citada ermita cuando los primeros agustinos llegaron a Alicante.
En la actualidad todavía se conserva la imagen de la Virgen del Lluc, que está pintada al oleo en un lienzo de 50,5 por 40,5 centímetros6 de ancho y dentro de un relicario de bronce. Viste una túnica blanca con rayas oscuras, adornando su cuello con una gorguera, la cabeza está ceñida por una corona y tiene en sus brazos a un Niño-Dios.
En la actualidad todavía se conserva la imagen de la Virgen del Lluc, que está pintada al oleo en un lienzo de 50,5 por 40,5 centímetros6 de ancho y dentro de un relicario de bronce. Viste una túnica blanca con rayas oscuras, adornando su cuello con una gorguera, la cabeza está ceñida por una corona y tiene en sus brazos a un Niño-Dios.
TITULO DE LA PUBLICACIÓN: Con San Sebastián.
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CCon el paso del tiempo la Orden de San Agustín se instaló en el convento erigido junto a la Ereta, en la falda del Benacantil, y hasta allí fue trasladado el santo, al que dedicaron un altar, cuya inscripción en lápida de mármol, reflejaba la propiedad y Patronato que sobre dicha capilla tenía el Consell de la Ciudad, como representante del pueblo alicantino. Nos preguntábamos hace un año, ¿que había sido de la imagen de San Sebastián y de la lápida que demostraba la potestad del Ayuntamiento sobre él?
Aunque seguimos sin conocer la respuesta, sí podemos dar un paso adelante y aportar nueva documentación sobre la citada imagen. Sabemos que desde 1808 a 1814, los sentimientos antifranceses de muchos alicantinos, llevaron a inculpar a frailes de distintas Ordenes, como el dominico Joaquín Calvo, el presbítero Cantó y algún que otro franciscano. De los agustinos no tenemos constancia, pero sí nos llama la atención que los 25-28 frailes existes el siglo XVIII, en 1814 habían quedado reducidos a cinco o seis.
Por eso sentimos curiosidad cuando observamos la actitud de los agustinos que quedaban. Con fecha 29 de agosto de 1815, pedían al Ayuntamiento absolutista que renunciaran al Patronato que tenía sobre la capilla de San Sebastián, porque esa cesión podía proporcionar beneficios a la comunidad y al convento.
Reconocían en su memorial, que personas ilustres estaban interesadas en esa capilla, pero la comunidad no había querido tomar una decisión hasta contar con la ciudad como patrona que era de la misma. Debía existir mucho empeño en la posesión, pues el prior quedaría eternamente agradecido si aceptaba el Ayuntamiento, y en caso de no renunciar, le ofrecía a cambio de la capilla de San Sebastián, «el Patronato de la capilla de San Nicolás...» que tenían en el mismo convento.
Aquí empezamos a ver cosas extrañas, porque un documento posterior nos reseña que el Ayuntamiento había hecho, cesión de Patronato de la citada capilla «en Cabildo de 26-8-1815n. Es decir, tres días antes que la comunidad de agustinos solicitara la dejación.
¿Acaso se había tratado el tema de palabra, entre la comunidad y el influyente regidor Soler de Vargas, debiendo justificar el cambio mediante escrito de la comunidad?
Esto justificaría que se aprobara en Cabildo anterior al memorial escrito por los agustinos, y es lo que parece desprenderse del hecho de que, el Ayuntamiento ceda sus derechos de Patronato, reflejándose sólo en acuerdo Capitular, sin levantar escritura pública que legalizara la cesión de algo que pertenecía al patrimonio de la Ciudad.
El acuerdo del Cabildo se mantuvo durante más de cuatro años, pero al no existir documento público de la renuncia municipal, la comunidad de religiosos se veía imposibilitada de ceder la capilla a un nuevo Patrono, o enajenar cualquier objeto de ella, por lo que en los primeros días de enero de 1819 los agustinos pedían al Ayuntamiento que se formalizara la cesión de la capilla a la comunidad.
Curiosamente el mismo día de la conversión de San Pablo, la Ciudad acordaba comisionar al señor Soler de Vargas, para que otorgase escritura de renuncia de Patronato del altar del convento de agustinos, «con facultad de que acepte la (capilla) de los Santos Médicos, en lugar de la de San Nicolás que propuso la Comunidad... a cambio de la cesión que hizo el lustre Ayuntamiento de la de San Sebastián, en Cabildo de 26 de agosto de 1815, cuyo Patronato tenía de inmemorial».
Curiosamente los agustinos habían pasado desde 1815 a 1819 sin prisas por legalizar la renuncia municipal de la capilla de San Sebastián, lo realizaron este último año y pocos meses después abandonaban el convento al llegar al poder los liberales, que en 1822 pedían al Comisionado político la entrega del «suprimido convento de San Agustín, para casa de maternidad» y en 1823 el retablo que tenían en el altar mayor para colocarlo en el Monasterio de la Santa Faz.
¿Acaso tenían inclinaciones realistas y sospechaban la llegada del Trienio Liberal?
La jerarquía eclesiástica denegó el retablo solicitado por el Ayuntamiento, y según Viravens los agustinos salieron del convento con la exclaustración definitiva de 1834, trasladándose «e San Nicolás las imágenes, vasos sagrados y demás ornamentos». Pero el 2 de enero de 1835 la comunidad de San Agustín denunciaba al Ayuntamiento «el estado ruinoso de una casa situada frente al convento», sin aclarar el estado de las capillas y de las imágenes que encerraban los muros de la Casa que habitaban desde 1609.
Seguiremos buscando huellas del San Sebastián alicantino.

CREDITOS
REDACTOR: Enrique Cutillas Bernal ©
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TITULO: Con San Sebastián | Copyright ©
SECCIÓN: Historias de Aquí 02/11/1997 | Copyright ©
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