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domingo, 15 de septiembre de 2024

Santa Barbara, un Castillo, un Emblema

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L
a historia se repite y la ciudad será a lo largo de su historia más puerta de salida que de entrada, de poblaciones y culturas expulsadas y castigadas al exilio, las cuales lo ultimo que vieron de la península fue, sin lugar a dudas, el perfil altivo de la enigmática “Cara del Moro” del castillo de Santa Bárbara.

Si el castillo de Santa Bárbara fue el origen de la actual ciudad, el castillo de San Fernando tiene a orgullo el ser quien le dio la vida a Alicante; es decir, de su entrañas manó el agua que abasteció a gran parte de su población hasta bien entrado este siglo. Y así lo recoge la leyenda de fuente de Santa Ana, la cual brotó al golpear la tierra el mismo D. Alfonso el Batallador.

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ALACANTE PEDIA © | REDACTADO POR: David Rubio

    La primera descripción que se conserva del Castillo de Alicante data del siglo X, momento en el que la ciudad se encontraba bajo dominio musulmán. Su construcción probablemente data de este mismo siglo. Se edificó sobre el monte Benacantil, en el punto más alto de la ciudad, con el fin de defenderla ante posibles ataques.

El primer episodio bélico que vivió el nuevo castillo ocurrió en el 924 d. C. En esa fecha el alcalde musulmán Muhammad Al-Sayj se sublevó en la fortaleza como protesta por la guerra del emir Abd Al-Rahman III de Córdoba contra el Reino de Navarra. Las tropas del Emirato acudieron a Medina Laquant hasta en 4 ocasiones, venciendo definitivamente a Al-Sayj en 928.

En 1248 Alicante fue tomada por el infante Alfonso de Castilla, futuro monarca Alfonso X “el sabio”. Fue un 4 de diciembre, día de Santa Bárbara según el santoral cristiano. Por ello, desde ese día el Castillo adoptaría ese nombre.

Un nuevo ataque militar se produjo en 1296 cuando Jaime II conquista la ciudad para la Corona de Aragón. Se ofreció una muy larga resistencia a los aragoneses, dirigida por el alcaide castellano Nicolás Peris, quien murió tras un espadazo con las llaves de la fortaleza en su mano.

En una nueva guerra entre Aragón y Castilla (la conocida como Guerra de los 2 Pedros) Alicante fue conquistada por los castellanos en 2 ocasiones y reconquistada por los aragoneses en otras tantas. El Castillo sufrió muchos destrozos, por lo que al término del conflicto bélico es remodelado.

A lo largo del siglo XV, sobre lo que quedaba de la antigua Alcazaba Árabe se añadieron varias dependencias típicas de cualquier castillo medieval cristiano, como una iglesia, un palacio, una torre celoquia, la cocina, los aljibes o el horno.

Por orden de Felipe II, en el siglo XVI se acometió una nueva fortificación del Castillo. Con las obras dirigidas por Bernadino de Cárdenas, Capitán General y Duque de Maqueda, se remodelaron los Albacares. También se levantó la muralla del Benacantil que da hacia el mar, obra del ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli, con el fin de proteger mejor la ciudad de los ataques piratas.

Un par de años después, en 1580 el también italiano Giacomo Pelearo “El Fratín“ amplió la parte descubierta del castillo, ganándole terreno a la montaña y construyendo la Gran Teneza y los Baluartes de la Reina y de Santa Ana.

En 1691, durante la “Guerra de los 9 años”, la flota francesa arribó a Alicante y la sometió a un brutal bombardeo por el que el Castillo sufrió diversos daños. Por si esto fuera poco, en 1706 los austracistas vuelven a bombardear la ciudad y el Castillo en medio de la Guerra de Sucesión que enfrentó a Castilla y Francia contra Aragón, Austria e Inglaterra.

Tras 8 días de batalla, los ingleses tomaron la ciudad, pero el mariscal irlandés O’Mahomy y algunos milicianos resistieron en el interior del castillo durante un tiempo más.

El Castillo había quedado seriamente dañado por lo que los ingleses se apresuraron a repararlo y fortificarlo. Las obras fueron dirigidas por el ingeniero militar Richard Siburch.

Tres años después, los borbónicos castellanos liderados por el general francés D’Asfeld recuperan la ciudad de manos de los ingleses, pero éstos se hacen fuertes en el Castillo. Con la guerra ya decidida Alicante era la última plaza que quedaba en manos de las tropas partidarias del Duque de Carlos en el Reino de Valencia.

D’Asfelf ofreció reiteradamente al comandante inglés John Richards su rendición. Ante la negativa del británico, excavó un túnel en el Benacantil para cargarlo de dinamita y la hizo explotar, destruyendo una porción importante tanto de la montaña como del Castillo.

Tras todos estos conflictos, los restos de la antigua fortaleza árabe estaban casi completamente destruidos. Se procedió a una nueva reconstrucción que tuvo como principal punto la elaboración de gran plataforma plana para la artillería, denominada “Macho del Castillo”. También se construyó un nuevo frente defensivo de muralla, y un nuevo baluarte “el Revellín del Bon Repós”.

Además se fueron construyendo progresivamente algunos edificios en su interior, como el nuevo Patio de Armas, la Casa del Gobernador, el Hospital, los Calabozos, el Almacén de la pólvora, la Tahona, el Cuartel de la Tropa, o la Ermita de Santa Bárbara.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII el Castillo fue más utilizado como cárcel y albergó en sus calabozos a algunos personajes destacados, como rebeldes cubanos o los generales Francisco Serrano Domínguez y Juan Prim, los cuales llegarían a convertirse posteriormente en jefes del gobierno español.

En 1844 fue ocupado por el coronel Pantaleón Boné, como rebelión ante la política del presidente del gobierno González Bravo. No obstante, Juan Martín 'el Empecinado', mano derecha de Boné, traicionó a su coronel y entregó el castillo a las autoridades, siendo represaliados Boné y todos los demás participantes en el Malecón (actual Explanada).

En aquella época las guerras habían cambiado y los castillos se van haciendo cada vez más innecesarios desde el punto de vista bélico. Por ello a partir de la mitad del silgo XIX pasó a cumplir funciones básicamente de prisión.

Su última defensa militar la vivió en 1873, cuando rebeldes de Cartagena trataron de tomar la ciudad desde la bahía, en plena guerra civil cantonal durante la I República. Muchos alicantinos, organizados por Eleuterio Maisonnave, defendieron la ciudad desde el Puerto y el Castillo, esta vez con éxito.

En 1893 el Gobierno decidió retirar la artillería del Castillo, al considerar que ya no ofrecía ningún interés militar. A partir de 1919 se convirtió en un alojamiento de enfermos del cólera y mendigos.

Hacia 1928, la Comisión Provincial de Monumentos se interesa por el Castillo y su legado histórico, y acomete sus primeras excavaciones arqueológicas. Al año siguiente, el Gobierno Español cede su propiedad a la ciudad de Alicante.


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