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lunes, 20 de mayo de 2024

El castillo que estalló en mil pedazos.

Datada del siglo IX, y varias veces modificada y ampliada tras la Conquista en el siglo XIII.
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El primer episodio bélico que vivió el nuevo castillo ocurrió en el 924 d. C. En esa fecha el alcalde musulmán Muhammad Al-Sayj se sublevó en la fortaleza como protesta por la guerra del emir Abd Al-Rahman III de Córdoba contra el Reino de Navarra. Las tropas del Emirato acudieron a Medina Laquant hasta en 4 ocasiones, venciendo definitivamente a Al-Sayj en 928.
En 1248 Alicante fue tomada por el infante Alfonso de Castilla, futuro monarca Alfonso X “el sabio”. Fue un 4 de diciembre, día de Santa Bárbara según el santoral cristiano. Por ello, desde ese día el Castillo adoptaría ese nombre.

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AlicantePedia © | REDACTADO POR: Federico Rubio Gomis


Antecedentes


En 1701 dio comienzo la Guerra de Sucesión Española, entre el bando borbónico que respaldaba a Felipe V de Borbón como nuevo Rey de España y el bando austracista que no reconocía al susodicho monarca y apoyaba al Archiduque Carlos de Austria como legítimo sucesor al trono. El conflicto se convirtió en internacional por lo que algunos países como el Reino de Francia se pusieron de parte de los borbónicos mientras que el Reino de Gran Bretaña respaldaba a los austracistas.
Aunque en un primer momento la ciudad de Alicante se había mantenido fiel a Felipe de Borbón, los austracistas la conquistaron en 1706. Durante dicha batalla las estructuras defensivas sufrieron bastantes daños, especialmente la muralla que estaba ubicada frente al mar.

El brigadier Richard Gorges que había capitaneado la operación de conquista, durante los siguientes meses mandó reparar tanto las murallas y construir un nuevo aljibe en el Castillo de Santa Bárbara temiendo un ataque de los borbónicos.
A principios de 1707 el general británico John Richards llegó a la ciudad y asumió el mando. Al ver el estado de retraso que llevaban las obras escribió una carta al mando militar austracista asegurando que "las estructuras defensivas de Alicante están solo un poco mejor que una ciudad totalmente abierta" e incluso solicitó ser trasladado a Inglaterra o Flandes, petición que le fue denegada.
En abrill de 1707 el bando borbónico logró vencer al austracista en la decisiva Batalla de Almansa, por la cual pudieron avanzar hacia el Mediterráneo. A finales de 1708 la única plaza importante del Reino del Valencia que todavía resistía bajo el dominio austracista era Alicante, por lo que se daba por hecho que el ataque de los borbónicos sería inminente.

En su desesperación por la lentitud de las obras para fortificar las murallas y el Castillo, el general Richards llegó a proponer la idea de incinerar todas las casas más periféricas del Barrio de San Antón (el único barrio que quedaba fuera de las murallas) para dificultar la entrada en Alicante. Sin embargo tuvo que descartar esta idea ante el total rechazo popular que generó en la población alicantina. Finalmente acabó llamando venir a Richard Siburch, un ingeniero de confianza suya que se hizo cargo desde entonces de dirigir las reformas.
Por otra parte desde septiembre de 1707 hasta julio de 1708 la ciudad sufrió una dura epidemia por la que se calcula que murieron unas 3.500 personas entre civiles y militares.

La Batalla


El 28 de noviembre de 1708 las tropas del bando borbónico, al mando del general francés Claude Bidal (Marqués d'Asfeld) y el capitán Juan José Navarro, llegaron a la ciudad de Alicante por tierra. El ejército que dirigía constaba de más de 5.000 soldados, mientras que las tropas austracistas que defendían la plaza eran unas 2.200.

El 1 de diciembre los soldados borbónicos atacaron los barrios y caseríos que quedaban fuera de las murallas, logrando conquistar todos en apenas 2 días. El 3 de diciembre realizaron un intento de asalto sobre las murallas. Aunque fueron rechazados, quedó en evidencia que los austracistas no podrían contenerlos muchos días más.

El general británico John Richards pretendía ganar tiempo para que pudieran llegar refuerzos austracistas a socorrer Alicante, razón por la que inició varios días de negociaciones con d'Asfeld. Finalmente los borbónicos abrieron un boquete en las defensas por el barrio de San Antón.

El 7 de diciembre Richard y d'Asfeld llegaron a un acuerdo. Los austracistas entregaron toda la ciudad, salvo el Castillo de Santa Bárbara. A cambio los borbónicos permitieron que todos los civiles británicos que estaban en la ciudad se marcharan pacíficamente, al igual que algunos vecinos alicantinos. También partieron del Puerto varios barcos británicos e incluso Richard dejó que ser marcharan 3 batallones, pues no tenía víveres suficientes para que todos sus soldados pasaran un largo confinamiento en la fortaleza alicantina.

Ya con toda la ciudad bajo su control, D'Asfeld intentó tomar el Castillo varias veces pero todos sus ataques fueron rechazados por los austracistas durante los siguientes 3 meses. Cada vez más desesperado por la situación, amenazó a Richards con provocar una gran explosión en el Benacantil si no rendían la fortaleza. Dado que los austracistas no cedieron, el general francés cumplió sus amenazas y ordenó excavar una gran mina de 29 metros de profundidad y varias galerías bajo el Castillo. Acto seguido mandó colocar 1.200 quintales (unas 55 toneldadas) de pólvora en el interior de dicha mina.


Antes de hacerla explotar d'Asfeld ofreció una vez más a Richards la posibilidad de rendirse, e incluso le ofreció a bajar a la mina para que viera con sus propios ojos que sus amenazas no eran falsas. El general británico volvió a rechazar la oferta e intentaron construir una contramina en tiempo récord.

El 3 de marzo d'Asfeld ordenó a su soldado Miguel Morelló que detonara la pólvora. La explosión fue mayúscula, acabando con la vida de 150 soldados austracistas (entre ellos Richards y su ingeniero Richard Siburch) y causando enormes daños tanto en el Castillo como en la propia montaña del Benacantil. También provocó una avalancha de piedras que sepultó unas 400 casas del Raval Roig.

Lo cierto es que la gran explosión también causó algunos destrozos en los caminos de subida al Castillo, haciendo todavía más difícil su conquista. Por tanto los austracistas continuaron resistiendo, ahora bajo el mando del teniente Francisco Gaetano.


El 15 de abril llegaron al fin 12 barcos al mando del general británico James Stanhope para socorrer a los soldados que aún continuaban resistiendo en el Castillo. Iniciaron un fuerte bombardeo sobre las posiciones ocupadas por las tropas borbónicas que duró unas 6 horas. D'Asfeld ordenó detener todos los intentos de conquistar la fortaleza alicantina, y dirigió su artillería al Puerto en dirección hacia el mar para hacer frente a los navíos enemigos.

Los borbónicos lograron evitar que los hombres de Stanhope desembarcaran en Alicante, lo cual habría puesto en gran peligro su operación de conquista. Ocurrió que Stanhope pensaba que la ciudad seguía en dominio de los austracistas, por lo que trajo sobre todo tropas de tierra y no estaba demasiado preparado como realizar un combate naval. Además durante estos días el mar estaba bastante picado porque corría un fuerte viento, lo cual facilitó la defensa del Puerto alicantino.

Finalmente Stanhope decidió abandonar las aguas alicantinas volviendo a dejar solos a sus compañeros que estaban confinados en el Castillo.

Ante el fracaso de esta operación de rescate, el teniente Gaetano comenzó a plantearse una rendición. El 20 de abril llegó a un acuerdo con D'Asfeld, por el cual se le permitió abandonar pacíficamente Alicante junto a 600 soldados a cambio de rendir el Castillo.


Consecuencias


Con esta victoria los borbónicos lograron completar su conquista del Reino de Valencia, y la guerra tomó un camino bastante favorable hacia ellos. Finalmente en 1715 lograron vencer definitivamente a los austracistas, por lo que Felipe V se quedó como Rey de España.

Es posible que si los austracistas hubieran impedido esta conquista, Alicante habría acabado siendo un protectorado inglés al finalizar la Guerra de Sucesión como así ocurrió con Gibraltar o Menorca. Si bien esta última fue recuperada por el Reino de España en 1782 (oficialmente en 1802), Gibraltar continúa estando bajo la soberanía británica a día de hoy. Por tanto el devenir de esta batalla pudo ser de gran importancia para la ciudad alicantina.


Como recompensa a esta conquista Claude François Bidal el marqués D'Asfeld fue declarado Conde de Alicante por el rey Felipe V. Sin embargo dicho título fue revocado en 1715 por presiones de los alicantinos. Se deduce de esto que debió de someter a los vecinos a un trato muy represivo durante los escasos meses que controló la ciudad. Al capitán Juan José Navarro se le dedicó una calle en la ciudad a principios del siglo XX.

​Ésta fue la tercera gran batalla militar que sufría Alicante en los últimos 17 años, tras el ataque francés de 1691 y la conquista austracista de 1706. Sobra decir que los efectos para la ciudad de todas estas guerras fueron terribles, tanto en vidas humanas como materiales. A partir de esta batalla se inició un periodo de paz que duró más de un siglo por el cual el Puerto alicantino pudo, poco a poco, recuperar el explendor comercial que había alcanzado hasta finales del siglo XVII.

En 1963 (254 años después de esta batalla) el alcalde Agatángelo Soler aprovechó el hueco dejado por la mina excavada por d'Asfeld y la posterior explosión para instalar los ascensores que suben al Castillo de Santa Bárbara.

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