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viernes, 8 de septiembre de 2023

Estación de Benalúa, orígenes de la línea

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La Estación de Benalúa, a finales del Siglo XIX.Postal de Fabert, editada por Bazar Pascual López..
El reglamento de los FF. CC. Andaluces establecía que, para dar la salida a los trenes, el jefe de estación debía situarse al pie de la locomotora, una vez dados los tres toques preceptivos de aviso con la campana de andén. Junto a él también se situaban el mozo y el guardagujas. A la hora fijada, el jefe daba un toque con su silbato; acto seguido, el mozo hacía tintinear una campanilla de mano, respondiéndole el guardagujas con un cornetín. Finalmente, cerraba esta improvisada sinfonía el maquinista al accionar el pito de la locomotora emprendiendo el camino.
Descripción de la curiosa ceremonia que se sucedía con cada tren durante los primeros años de explotación de la línea Alicante-Murcia, y que no sobrevivió al poder simplificador del tiempo.

En la compleja red de intereses que estuvo detrás de la implantación de los ferrocarriles en España, Alicante era un punto de singular importancia. La conexión de Madrid con el puerto de la ciudad era la más ventajosa en España frente a otras ciudades como Valencia, Santander o Cartagena por ser el trazado más corto y sin obstáculos topográficos.
Por este motivo, Alicante fue el primer puerto marítimo conectado con Madrid y el interior del país, lo que provocó un gran crecimiento urbano, favoreció la caída de las murallas y el trazado del Ensanche, y protagonizó el primer gran crecimiento del puerto, convirtiéndolo durante mucho tiempo en el más importante del Mediterráneo español. Después vendrían los primeros turistas subidos en los trenes botijo... pero ahora nos ocuparemos de los orígenes.

Sus estudios iniciales fueron muy antiguos, incluso anteriores a la puesta en servicio del ferrocarril de Madrid a Alicante, pues ya en Octubre de 1845, una compañía francesa, representada por D. José Arístides Ferrere, consiguió la concesión de un gran trayecto litoral entre Murcia y Figueras, pasando por Alicante y Valencia.
Durante diversos períodos (1854-1867-1881), simultáneamente el Ingeniero Juan Bautista Lafora también fue realizando estudios sobre la viabilidad y el trazado de la línea, siendo esta idea una necesidad tan evidente que varias coincidieron en los trabajos previos.
En 1867 se solicita nuevamente la concesión del Alicante-Murcia por parte del Marqués de Verdier y D. Domingo Gallego, y nuevamente, en 1869 por el Sr. Gallego en solitario. Aunque los planos habían sido trazados por el ingeniero D. Jorge Porrúa Moreno, el recorrido en ambos proyectos era sensiblemente diferente.
El tiempo fue transcurriendo sin ningún resultado práctico, mientras la propiedad de la concesión pasaba en 1878 al banquero alicantino Juan Bautista Lafora, quien la volvió a negociar esta vez con el Marqués de Loring (ambos con Avenidas dedicadas en la fachada marítima alicantina), presidente de la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces. Esta empresa estaba destinada a rematar con éxito su construcción de la Santa Faz, que sin duda debería estar muy interesado en el tema.

Tras años en que las obras de ingeniería para este "camino de hierro" asombraron a campesinos y lugareños cuando veían los puentes, las maquinarias y los trabajadores levantando esta línea que transformaría para siempre sus comarcas. La inauguración tuvo lugar el 11 de Mayo de 1884, y en ella merece destacar la anécdota del descarrilamiento sufrido por el tren inaugural cuando se encontraba de camino entre las lagunas de La Mata y Torrevieja, pero describiremos los hechos cronológicamente: 

 Al tratarse de una conexión de dos capitales, de regiones vecinas y que competían en muchos casos comerciales, los murcianos querían que los solemnes actos de la inauguración se celebraran en Murcia y, los alicantinos, en nuestra capital. Al no haber acuerdo, se requirió de una decisión salomónica: el acto oficial de la inauguración de la línea sería Orihuela, a mitad de camino entre ambas capitales. El programa inaugural estaba regulado por un horario que había que respetar. Pero no pudo ser. 
De Alicante a Orihuela se iba a salir a las siete de la mañana, y fue media hora después, así quedó inaugurada la segunda estación de Alicante. La ceremonia en la población oriolana sufrió un retraso, y el banquete en el Colegio de Santo Domingo, también (por cierto, degustaron un menú esencialmente francés: nada que ver con la Dieta Mediterránea, con saumons a la remolade, filets de bouef a la perigord, patés foie gras, biscuits de savoie...) 
Posteriormente, el tren llegó a Murcia celebrándose los correspondientes eventos. Y fue de regreso a Alicante, cuando mientras se inauguraba el ramal de Albatera a Torrevieja, sucedió lo inesperado, y el tren, a cinco kilómetros de Torrevieja, en la llamada curva de los Montesinos, desde donde se avistan el mar y las salinas de La Mata, descarriló y quedó en un campo inhóspito, alejado de cualquier núcleo poblado. El accidente no fue grave, pero dejó abandonados bajo un sol sofocante, en medio de aquel erial salino, a todos los protagonistas del evento: entre los que se encontraban el Presidente del Consejo de Ministros D. Antonio Cánovas del Castillo (que había recibido al tren en el límite de la provincia) y su hermano Emilio, director de Obras Públicas; a D. Luis Silvela, hermano del ministro de Gracia y Justicia; al Conde de Camondo y D. Jorge Loring, representante y presidente respectivamente de la Cía. de FF.CC. Andaluces; al Obispo de la diócesis, monseñor Guisasola; a los gobernadores civiles y militares, alcaldes y demás invitados. Nunca se supo con certeza, y aunque se atribuyó al hundimiento de unas traviesas, seguramente la velocidad y las prisas por cumplir horarios y presentarse con una buena imagen de puntualidad, o las urgencias de acabar las obras del trazado para inaugurarlo, fueron las causas del incidente. Por suerte para ellos, no hubo heridos, aunque el nerviosismo se hizo patente, y se hizo necesario buscar algo de sombra para combatir el calor veraniego, y agua en una casa de labranza cercana. Mientras llegaba la ayuda, dicen que Cánovas gastó alguna broma, y a la hora y media larga, acertó a pasar por aquél lugar un guarda forestal a caballo, que fue el encargado de avisar del incidente; desde Torrevieja se destacó un tren de socorro, y de esta manera pudieron todos estos personajes abandonar el lugar. Aunque eso sí, el pasaje tuvo que cambiar los lujosos coches del convoy presidencial inaugural por un incómodo vagón pedrero de mercancías arrastrado por una locomotora. Al llegar a la engalanadísima Alicante, les recibieron las palabras del Alcalde D. José Soler Sánchez
"El ferrocarril de Alicante a Murcia que hemos inaugurado es el abrazo en que van a confundirse dos provincias hermanas estrechando a la vez a todas las hermosas poblaciones que el camino enlaza".
Después, el presidente Cánovas acudió al Teatro Principal y poco después regresó a Madrid, y parece que con no muy buen humor.. . . . . . . . . . . . . .

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Firmado:    Rubén Bodewig | http://www.barriodebenalua.es

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